Caravana de unos 7 mil centroamericanos recorre el sur de México y avanza imparable hacia EEUU

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La caravana de centroamericanos, mayoritariamente hondureños, finalmente logró entrar en México y sigue su imparable rumbo a Estados Unidos. De poco, o prácticamente nada, sirvieron los cerca de 300 agentes federales que el gobierno mexicano envió a su frontera con Guatemala para apoyar a los agentes de inmigración y, así, frenar el avance de la «Caminata del Migrante», como se denomina un contingente que ha crecido significativamente en las últimas semanas gracias a la atención mediática que ha gozado tras los amenazantes tuits de Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Cuando salieron de Honduras hace unos ocho días eran unos 2.000, a finales de la semana pasada rondaban los 4.000 y hoy ya son aproximadamente 7.000 personas, según estima la Organización Internacional para las Migraciones, una ONG.

México había logrado detener la entrada masiva de inmigrantes en su territorio el viernes 19 de octubre. Después de que consiguieran superar la línea de seguridad formada por agentes guatemaltecos en la ciudad fronteriza de Tecún Umán, miles de inmigrantes recorrieron el puente sobre el río Suchiate para entrar en Ciudad Hidalgo, México. Los agentes mexicanos contuvieron exitosamente con gases lacrimógenos y vallas la entrada irregular de la caravana en su territorio, sin embargo, los centroamericanos cruzaron la frontera el fin de semana tras atravesar en balsas y a nado el rio Suchiate y, de esa manera, continuar su avance hacía Estados Unidos.

Bajo el sofocante calor que caracteriza el sur de Chiapas, el grupo recorrió los casi 40 kilómetros que separan Ciudad Hidalgo de Tapachula acompañados por una fuerte presencia policial y de agentes migratorios, quienes les han informado de que quienes lo deseen podrán solicitar el estatus de refugiado en México, tal y como prometió el gobierno azteca. En tres días -viernes, sábado y domingo- México ha recibido un total de 1.028 solicitudes de refugio como respuesta a su solicitud, es decir, aproximadamente un 14% de los cerca de 7.000 inmigrantes habría pedido este estatus.

Y es que si solicitan el estatus de refugiado en México y se lo conceden, muchos inmigrantes -sobre todo madres con niños- no pueden pedir esta condición en Estados Unidos, dado que ya gozarían de esta situación legal en el país azteca. De esta forma, el gobierno mexicano intenta absorber a un mayor porcentaje de este contingente con el objetivo de debilitar la caravana y frenar sus ansias de continuar hacia el norte. De hecho, Trump ha indicado en un par de tuits que efectivamente reducirá significativamente las millonarias ayudas que Estados Unidos entrega El Salvador, Honduras y Guatemala; unos paquetes económicos que precisamente sirven para tratar de estabilizar y desarrollar esos tres países.

El grupo se encuentra en Tapachula, en el estado de Chiapas, donde descansan con la esperanza de pronto retomar los todavía 2.000 kilómetros que aún les separan de Estados Unidos, un peligroso recorrido en el que 7 de cada 10 inmigrantes aseguran ser víctimas de la violencia, según un estudio de Médicos Sin Fronteras (MSF). Por ello, miles de personas ven en esta caravana una forma segura de atravesar el país azteca al viajar dentro de un gran grupo que se protege de asaltos y extorsiones por pequeños delincuentes o, incluso, bandas del crimen organizado.

Volver ya no es una opción para ellos. El grupo está formado de hombres jóvenes, madres solteras con hijos, familias y adolescentes que viajan solos que huyen de la terrible violencia que asola el Triángulo Norte de Centroamérica, formado por El Salvador, Honduras y Guatemala. ¿El motivo por el que se marchan? La violencia. Cada año 500.000 personas abandonan el Triángulo Norte de Centroamérica y una de cada dos asegura que dejan su hogar por los elevados niveles de violencia, de acuerdo con MSF.